Mis padres no me entienden…

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Anteriormente, cuando hablaba de las frustraciones y los niños, os dejé en el aire con un título: la peor frustración de un niño. ¿Cuál creéis que podría ser? Pensadlo previamente y decidme luego si el ejemplo que hoy os doy podría encajar o si queréis añadir otros.

Pensemos por ejemplo lo que supone cuando no logramos entendernos con alguien. ¿Nos frustra? Imaginemos, o mejor, recordemos cuando nuestros padres no nos entendían cuando éramos nosotros niños. Para mí sin duda era la peor frustración. Pensaba en cómo era posible que mi padre no me entendiera si era mi padre, y cómo podía decir que pensaba o hacía algo por un motivo que para nada tenía que ver con mi verdad. Me acostumbré a no mostrar nada por fuera aunque por dentro estaba fatal; y por supuesto dejé de tratar de explicar mis cosas porque sabía que no serviría para nada. Sentía frustración, y lo peor es que acabé aceptándola como lo que tocaba por el simple hecho de ser hija y él padre. Solo recuerdo una vez revelándome y la rabia que sentí dentro me dio miedo.

Aunque desde la cuna no podamos decir estas palabras, creo que es una de las razones de frustración de un niño. Cuando por algún motivo lo que se desea no coincide con lo que se satisface es probable que aparezca la frustración en uno u otro sentido: si tenemos hambre y “no toca”, si tenemos sueño y nos dan de comer, si queremos dormir y nos ponen a jugar, si queremos calor y contacto y temen malcriarnos… Y luego estas formas de no entendernos siguen creciendo conforme a la etapa del niño: si quiero descargar emociones en una rabieta y nos dicen que no podemos llorar, si queremos jugar y nos dicen que hay que comer, si queremos subir y nos dicen que es peligroso, si queremos reír y nos dicen que hay que estar en silencio, si queremos probar y nos dicen que hay que esperar… En fin, que situaciones de frustración por falta de entendimiento hay muchas aunque no reparemos en ellas; de ahí la importancia de educar y aprender a gestionar las emociones desde pequeñitos si queremos acompañar su camino de crecimiento.

Por falta de entendimiento. Unas veces por desconocimiento (pero estas son más sencillas de subsanar cuando hay intención de entenderse, solo hay que ser sensibles y reflexivos), y otras veces porque papá y mamá quieren imponer su criterio por encima del niño. Estas entregan mini derechos a los hijos. Personalmente soy muy intolerante con ellas. Me genera malestar aún cuando no me toca ni en la cercanía. Quizás porque me tocó sentirlas y liberarme de toda la carga que suponen. Quizás porque no suelen provocar la rebeldía del niño ya que comienzan a una edad temprana y aparentemente se aceptan, y porque además los niños son tan puros que aceptan esa frustración porque creen que lo que tienen que hacer es aceptar lo que sus padres les dicen por encima de todo lo demás:

  • “Mis padres no me entienden”. Cuando el niño quiere unas zapatillas de colorines y dibujos que no encajan con el estilismo que su madre desea para él, por ejemplo de esas que tienen luces al pisar y se activan pero no pegan con el vestido, porque lo que pegan son esas bailarinas que al correr se salen de los pies. Cuando lo que quiere son unas zapatillas de deporte y no unos zapatos. Cuando quieren una camiseta y no una camisa… nada, una tontería: que el niño tiene un antojo. No hablamos de marcas, hablamos de gustos. Pero como son pequeños, tienen mini derechos y mini gustos, ¿no?
  • “Mis padres no me entienden”. El colmo de los colmos es estar el otro día en una librería y que una niña de unos 8 años elija un cuento que al parecer era de princesas. “Elige otro, que ya no tienes edad para princesas”, contestó la madre. Vamos a ver… que el libro era para la niña, ¿no? Me imaginé que me chafaban a mí mi elección, y de reojo miré a la niña mientras devolvía el libro al estante y buscaba otro. Nada, una tontería: se busca otro y punto. Al fin y al cabo son libros, da lo mismo uno que otro. Pues no llevamos siglos ni nada para que los libros pudieran estar accesibles y no solo en manos de quien quisiera controlar el acceso a la información. Una tontería. Que sumada a otras muchas tonterías hace individuos sumisos que conviven con la frustración porque ya ni la sienten. ¡Oh, pero si en este caso es tu hija…! Nada. Una tontería.
  • “Mis padres no me entienden”. El niño que va a clases de inglés porque se necesita para el futuro cuando lo que querría es estar jugando. ¡Pero si allí juegan mientras hablan, son clases adaptadas a los niños! Ya, pero te dijo que no quería ir hace tres años y que lo que quería era ir al fútbol; ya no se queja delante de ti porque se dio cuenta de que no le servía para nada, pero se lo cuenta a mi hijo. Dijiste que el fútbol no le iba a dar de comer. Te dije que quizás no, pero que quizás lo que tendría que darle es felicidad presente. Una tontería. Además es por su bien. Mini derechos a presente porque te estoy preparando un gran derecho a futuro, ¿no?.

Son ejemplos “tontos”. Pero tan “tontos” como reales. Reales como los niños que los han vivido y sentido, y como no han querido sentir sus padres. Porque si se trata de pensar o sentir, primero le damos uso a nuestra razón de adultos y luego ya si eso dejamos sitio a sus sentimientos de niños… Y las formas. A menudo son las formas las que generan mayor malestar. Porque no es tanto el que no se pueda cumplir un deseo, sino el cómo sientes que no te entienden o comprenden en ese deseo.

Llevo viendo a mi hijo años y años con chandal. Era el mejor regalo que podías hacerle junto con unas zapatillas de deporte. Tengo fotos celebrando su cumpleaños con chandal. Un pantalón vaquero y otro de vestir que había aceptado comprar para “por si acaso” completaban su armario. El vaquero con la sudadera de deporte. El otro… solo si él iba a ser el único niño en ir con chandal quería ponérselo. Esta semana pasada con 10 años y medio largos ha sido la primera vez que ha decidido que quería ir al entrenamiento vestido con algo que no fuera chandal. También me pidió que le comprara una colonia. ¡Ajá! Sabía que llegaría este incipiente momento. Es cosa de la edad. Todo llega (y todo pasa), y a veces solo es cuestión de esperar y confiar. Quizás lo que ha ganado estos años no se viera por fuera en sus ropas, quizás es algo que solo él ve por dentro.

Quizás, y solo quizás no nos entendemos con nuestros hijos a veces porque no queremos entenderlos. Quizás, y solo quizás les podemos estar acostumbrando a que sepan que no les entendemos y que la frustración también es algo con lo que convivir y a lo que someterse. Quizás cuando queramos que confíen en nosotros no lo hagan porque saben que no les entendemos. Quien entrega mini derechos a presente puede que reciba mini derechos a futuro.

¿Os parece importante prestar atención a estos detalles? ¿Creéis que entregar mini derechos a los hijos cuando son pequeños nos hace recibir mini derechos cuando son mayores? ¿Puede la frustración de los hijos ser también aceptada y sometida porque es lo que quieren los padres?

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