Cinco tipos de niños. Cinco tipos de hijos. Con el futuro en sus manos. Y el tuyo, los nuestros, están entre ellos. Estoy segura. Solo hace falta nuestro compromiso como padres y sociedad para con ellos en el presente.
Hace unas semanas podíamos leer en la prensa que el 70% de los bebés de hoy trabajarán en una profesión aún no inventada; Abel Linares además invitaba a cambiar nuestra forma de pensar y dedicar más tiempo a planificar el futuro profesional. Hoy me atrevo a adelantar no en qué profesiones trabajarán, sino quiénes serán los niños con el futuro en sus pies, manos y corazón. ¿Te apetece comprobar si tus hijos están entre ellos?
Los niños creativos
Casi todos los grandes avances de la humanidad se debe a que fuimos capaces de crear algo nuevo: ya sea una máquina, un sistema, una teoría, una técnica, una idea… incluso a que fuimos capaces de crear nueva vida a partir de nosotros mismos. El ser humano es creativo por naturaleza, nuestro cerebro tiene esa capacidad. Nacemos creativos y solo debemos asegurarnos de seguir desarrollándola. Está genial que enseñemos a nuestros hijos las técnicas que ya conocemos a día de hoy en cualquier ámbito: plástica, literatura, música… pero igual de genial es facilitarles que desarrollen las suyas propias, sin limitarles a que sean expertos copiando lo existente. A ningún niño le gusta repetir y repetir lo mismo una y otra vez, pero acabamos abocándoles a ese destino cuando alabamos los éxitos en base a hacerlo, y nos olvidamos de enorgullecernos con cada pequeño detalle original que tienen por sí mismos. La creatividad es algo vital, es también la capacidad de ver soluciones nuevas y caminos nuevos lo que les anima a seguir probando sin repetir, y a llevar la crítica a sus pensamientos y a los ajenos. Entre mi filosofía de andar por casa, por ejemplo, tengo una máxima: nunca dar una única posibilidad. Tengo comprobado que cuando ofrezco a mi hijo mayor varias alternativas, él acaba escogiendo una nueva mezcla de sus pensamientos y mis consejos. Eso también es ser creativo.
Los niños apasionados
Lo veo claro. ¿A quién no le gusta sentir la pasión? Nos encantan las cosas que somos capaces de sentir y que consiguen agitar nuestra propia pasión: un libro, una película, una canción, un coche, un plato de comida, un baile… Un hijo, un amigo, el hombre o mujer de tu vida, un profesor que te inspira, un jefe que te motiva, un deportista, un desconocido que te asombra… Es el marketing de la vida que yo diría: vender aquello que consigue apasionarte es un éxito; pero las personas también nos “vendemos” cuando conseguimos contagiar nuestra pasión propia a otros. ¿Y qué niño no es apasionado? Solo aquellos a los que les cortemos sus alas. ¡Hay que promover la pasión! Esa capacidad de maravillarse por cada detalle y gritarlo, esa capacidad de querer hacerte partícipe de sus hallazgos, esa capacidad de abrir los ojos como platos y atropellarse con palabras que se quedan cortas para contarte todo lo que su mente y corazón querrían decirte. Esa capacidad la tienen todos los niños. El problema viene cuando no hay nadie al otro lado. La pasión se inhibe. Se apaga. Somos vendedores de pasiones pero debemos ser excelentes receptores de pasiones ajenas también. La educación emocional implica ser mejor oyente que orador
Los niños inconformistas
Nada nuevo surge si no es por un inconformista que decide que las cosas habituales no tienen por qué seguir siendo las dominantes. Es el inconformista con una filosofía, con una teoría, con una política, con una técnica, con unos valores… el que acaba dejando huella en más inconformistas. Son los inconformistas los que llevan frescura a un sistema rígido que en su comodidad deja de crear algo nuevo. Pero ojo, los inconformistas de los que hablo no buscan su propio interés. Se han preparado intelectualmente y en habilidades, y son críticos con lo que les rodea de igual manera que saben ser críticos consigo mismos. Los niños son excelentes críticos, pero para ello no debemos influirles ni alienarles en nuestras ideas, pues entonces no serían niños inconformistas sino niños manipulados. Permitir desarrollar el sentido crítico al niño significa otorgarle confianza.
Los niños perseverantes
Los niños que no se rinden en la dificultad sino que se alimentan de su capacidad de superarse para alcanzar sus objetivos. Son mi debilidad, me encantan. Destacan no por una cualidad que te llame la atención a la primera de cambio, sino que los tienes que descubrir en su falta de ruido porque están ahí trabajando, esforzándose, superándose en la medida de sus posibilidades. Son un grupo de niños delicado que hay que mimar porque los adultos podemos tener mala mano con ellos: nuestra prisa, nuestra impaciencia, nuestra falta de confianza y sobreprotección puede tentarnos a ofrecerles la vía rápida del abandono. Ellos necesitan tiempo, confianza y muchos ánimos. Y que les demostremos el orgullo de que sabemos esperarles y reconocer todo su camino.
Los niños unificadores
Son los que saben que el equipo hace la fuerza y tienden lazos entre todos los niños de todos los grupos. Son líderes que saben que el verdadero valor y fuerza proviene del grupo y no tanto del individuo. Saben reconocer las cualidades ajenas y tratan de que el grupo sea heterogéneo para aprovechar toda su fuerza. Tienen un poco de todos los grupos pero no son los especialistas, porque ellos son los que consiguen crear conexiones especiales entre los demás. Y se ganan su confianza porque saben que solo en las diferencias está la posibilidad de completarse. Son soñadoresque invitan a los apasionados a contagiar al resto para que los creativos saquen lo mejor de sí mismos, para que los inconformistas colaboren con los creativos y materialicen los cambios; y ponen de ejemplo a los perseverantes para que ni unos ni otros olviden en el camino que las cosas no se consiguen de un día para otro, sino con la constancia de quien tiene fe en sí mismo. A estos líderes hay que dejarles hacer su labor, y no colocar a otros por ningún tipo de interés, porque si los adultos manipulamos el orden que ellos mismos establecen todos quedan confundidos.
No sé vosotros qué pensaréis, pero yo estoy convencida de que todos los niños de hoy en día tienen el futuro en sus pies, manos y corazón. Somos los adultos los que en nuestro afán de control y dirección, intervenimos manipulando su futuro. No todos nuestros hijos tendrán las mismas oportunidades, pero deberíamos asegurarnos de darles a todos y cada uno de ellos una oportunidad: la de ser en el presente lo que ya son, y permitirles ser ellos mismos en el futuro. Porque todos tienen cabida en un futuro donde se van a necesitar los unos a los otros para ser ese equipo que haga honor a su nombre. La Infancia es el futuro de la Humanidad
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